UNA MIRADA DE NUESTRO PROCESO CONJUNTO

Las siguientes son las notas de la charla abierta de Fernando A. García en el local del equipo de base Rebelión Humanista de La Comunidad para el Desarrollo Humano (Frías 262, Buenos Aires), el sábado 28 de agosto de 2010. Está basada en conversaciones con nuestros amigos de India en julio del mismo año.


Es mucho lo que puede decirse sobre nuestro proceso conjunto, y por cierto que una descripción que pretenda ser completa excedería el marco de esta breve charla. Asimismo, son muchas las ópticas que pueden usarse para esto, y más numerosas aun las interpretaciones que pueden existir. Como no podría ser de otra manera, este será un relato a grandes rasgos, en base a una de las miradas posibles acerca de nuestro proceso conjunto. Uno de los intereses que me motivan es intentar dar una panorámica de tal proceso que ponga algunos aspectos importantes en una relación coherente e integradora, destacando la intención que le da dirección a futuro. Para quienes deseen más precisiones, las fuentes en las que me baso están al alcance de todos en nuestra bibliografía y, en particular, los remito al sitio http://silo.net/.

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El surgimiento y desarrollo de lo nuestro no se explica exclusivamente en función de sí mismo, sino que siempre se lo ha explicado en relación a la situación y proceso del medio psicosocial.

Desde el alba de la historia humana, las civilizaciones surgieron, se desarrollaron y declinaron en un relativo aislamiento. A lo largo del tiempo los contactos entre ellas fueron aumentando gradualmente. Así los pueblos y sus culturas se relacionaron entre sí básicamente por el comercio, la guerra, la conquista y la migración.

La tecnología fue impulsando tal comunicación e interacción de manera lenta pero incesante, y esto se fue acumulando y acelerando en el transcurso de los siglos. En este ultimo siglo ya no queda pueblo o cultura que pueda quedar aislado del resto en este proceso de mundialización. El mundo se está haciendo uno. Todos los pueblos y culturas están interrelacionados e interconectados en una red planetaria. Esta condición única en la historia de la humanidad, y su correlato en la conciencia, hace que estemos cerca de un salto hacia un nuevo paso evolutivo del ser humano.

Pero esto no está ocurriendo sin problemas. Las crisis de cambio también pueden estar acompañadas por erupciones de violencia de distinto tipo. Las guerras convencionales, los accidentes nucleares, los desbordes sociales, las guerras civiles, las secesiones, el colapso de sistemas financieros y productivos, interrupción de los servicios básicos (agua, electricidad, transporte, etc.), y mucho desequilibrio mental e incluso suicidios: nada puede ser descartado en una situación mundial inestable que nadie controla.

¿Qué podemos hacer nosotros para evitar esto? Casi nada. No tenemos ni los medios ni el poder de evitar estos desafortunados eventos. Son parte integral de la agonía de un mundo deshumanizado. Sin embargo, dentro de condiciones limitadas, podríamos tener una cierta influencia que puede impedir o disminuir casos de violencia. De todos modos, nuestro objetivo principal no es sostener o emparchar un sistema violento que se cae por sí solo, sino intentar convertirnos en guías positivos en la transición hacia un nuevo mundo.

Los individuos en su ciclo vital van creciendo, pasando de una etapa vital a otra, y cada cambio de etapa vital es acompañado por una crisis. Esto se debe a que hay un cambio de necesidades de desarrollo. Lo viejo ya no funciona, mientras que lo nuevo aún no está consolidado. La transición de una etapa a otra es en cierta medida dolorosa, porque mientras lo antiguo ya no nos resulta atractivo o ya no funciona como antes, lo nuevo todavía es incierto o incipiente. Aun cuando se estuviera apegado a lo antiguo, el cambio es inevitable. El ser humano en esa transición tiene un pie apoyado sobre cada etapa, la vieja y la nueva. Esta posición es inestable ya que la brecha entre las dos etapas tiende a crecer inevitablemente, no dejando más alternativa que abandonar el pasado.

Hoy en día, así como sucede con los individuos, también los pueblos y las culturas están atravesando un proceso de cambio global y acelerado. Van perdiendo su identidad original al incorporar modelos, productos y usanzas que se originaron en paisajes ajenos. Lo viejo ya no funciona, mientras que lo nuevo es aún imperceptible o dudoso. El mundo viejo ha desaparecido, mientras que el nuevo sólo puede ser entrevisto o anhelado. Nada de lo viejo puede dar una respuesta mundial para construir el futuro que se avecina, ya que lo viejo fue formado en el pasado y fue parte integral del mismo.

Como ocurre con los cambios sistémicos, será inútil pretender que se produzca el cambio emparchando lo viejo, o por un humanitarismo que no acomete la raíz congénita de la violencia, o por reciclar lo viejo presentándolo como si fuera nuevo. También será inútil la ilusión de que una organización, partido o gobierno del mismo sistema pueda cambiarlo integralmente en su raíz. El sistema violento deberá necesariamente desarticularse para dar lugar a lo nuevo que se diferencia esencialmente de él.

No se logrará gestar lo nuevo a partir de una sensibilidad vieja, de una forma mental o mentalidad obsoletas, que han sido la esencia de lo viejo y que, precisamente, son las que llevaron al sistema a su necesaria etapa de agotamiento y fracaso, no sólo en la organización social sino, y sobre todo, en el corazón de los hombres y mujeres buenos.

Como ocurrió antes en la historia de la humanidad, una nueva civilización será preanunciada por el alba de una nueva espiritualidad. Esta nueva espiritualidad será el germen del nuevo mundo que luego empezará a percibirse y tomar forma. Pero para que este germen crezca y fructifique deberá ser una verdadera espiritualidad.

¿Qué es la verdadera espiritualidad? La verdadera espiritualidad, como el sentimiento religioso, no depende de templos y sacerdotes, de los dioses y sus estatuas. Una persona puede ser espiritual sea que crea o no crea en dios, sea que adhiera a un credo en particular o no. Como explicó Silo, la verdadera espiritualidad “no es la espiritualidad de la superstición, no es la espiritualidad de la intolerancia, no es la espiritualidad del dogma, no es la espiritualidad de la violencia religiosa, no es la pesada espiritualidad de las viejas tablas ni de los desgastados valores”.

La verdadera espiritualidad es tratar de mejorar como seres humanos, al tiempo que ayudamos a que otros mejoren como tales. Mejorar como seres humanos significa, en primer lugar, superar el dolor y el sufrimiento en nosotros mismos y en los demás; significa superar la propia violencia y rebelarse ante la violencia que nos rodea. Pero no se agota con esto. Mejorar como seres humanos significa también aprender sin límites, es amar la realidad que construimos: es humanizarnos y humanizar, develando el Sentido más elevado de la vida. Y la fuente de la sabiduría y la inspiración para todo esto, no está alejada de nosotros; sino que está en la profundidad más íntima de nuestra propia conciencia.

Esta nueva espiritualidad es la única manera de salir de la crisis por la que el mundo está pasando. El cambio del que hablamos no podrá surgir de ningún movimiento u organización sin una nueva mística social, sin una nueva espiritualidad que aliente e inspire un cambio esencial y verdadero. En otras palabras, el cambio sólo podrá surgir de lo que no es sistema.

¿Pero de quiénes surgirá esta nueva espiritualidad? Solamente de los seres humanos espirituales que puedan mostrar un nuevo rumbo después que el sistema deje de funcionar y deje lugar a algo nuevo. Y nuestra Obra común, lo que también estamos haciendo en conjunto, es convocar a todos esos seres humanos espirituales de todos los pueblos y culturas, de todas las ocupaciones, de todas edades y géneros, etc. Son quienes ya resuenan con la nueva sensibilidad naciente.

¿Y cómo es que hemos estado y estamos haciendo eso? Hacia el año 1998, el Movimiento Humanista había completado su formación. Desde 1962 hasta 1974, pasó por una etapa en la que uno de los objetivos principales fue reunir un grupo de individuos con suficientes elementos como para lograr que ese movimiento naciente se diferenciara del medio, haciéndose fuerte y creciendo. Fue llamada "etapa de minorías". De 1974 a 1986, el enfoque principal era formar equipos de personas, llamados "estructuras", que tuvieran mayor capacidad organizativa para la acción conjunta. Fue llamada "etapa de cuadros". Por último, de 1986 a 1998, el énfasis cambió a fin de suministrar a esas estructuras los medios y la experiencia mínimos como para influir sobre grandes números de personas. Fue llamada "etapa de masas". Fueron tres grandes etapas de 12 años cada una.

Después de 36 años de proceso, con gran desarrollo y una gran experiencia adquirida, el Movimiento Humanista se convirtió en un cuerpo completo con capacidad de llevar a cabo una amplia gama de actividades a escala mundial. Quedó así dotado de una organización, de una doctrina, y de organismos para la acción en campos específicos del quehacer social.

Luego que dicho proceso llegó a su síntesis en 1998, las palabras de Silo en Punta de Vacas el 4 de mayo de 1999 inauguraron una nueva etapa de lo nuestro y preanunciaron la nueva espiritualidad naciente. De allí en más, el Movimiento Humanista deberá avanzar expresando una nueva visión, una nueva sensibilidad, y una nueva espiritualidad en los campos específicos de lo político, lo social, lo cultural, etc.

Poco después, Silo puso en marcha otras dos nuevas expresiones de esa nueva espiritualidad que crearon una nueva “diferenciación” (en sentido metódico) para seguir avanzando en el proceso creciente de lo nuestro. Y esto lo hizo en base al desarrollo de aspectos que eran parte integral del surgimiento histórico de lo nuestro: el sentimiento religioso y los trabajos sobre la propia conciencia para el contacto con Lo Profundo. Si en el origen mismo de lo nuestro la “Arenga de la curación del sufrimiento” anunció nuestra Obra por el cambio social, “La Mirada Interna” anunció nuestra Obra por el cambio personal. Ambos términos siempre fueron considerados indisolubles y siempre estuvieron presentes, aunque por momentos se pusiera más el acento en uno que en otro.

Surge así La Comunidad de "El Mensaje de Silo" como expresión de la nueva espiritualidad. Esta fue lanzada en 2002, cuando fue publicado su libro: "El Mensaje de Silo". Expresa la nueva espiritualidad en una manera muy simple y concisa, pero con una mística muy fuerte y de gran proyección social. Esta nueva espiritualidad no se presenta de manera dogmática ni excluyendo credos o culturas, sino como terreno en común para todos los seres humanos. Se trata de un nuevo estilo de vida personal y social. Se trata de experiencias profundas que hacen aflorar lo mejor de uno mismo y de la relación con otros, y que luego son compartidas con todos sin distinción. Los aspectos organizativos y las formalidades son mínimos, permitiendo que millones participen con el grado de compromiso que deseen asumir. Todo el que así lo desee puede ser "Mensajero", difundiendo "El Mensaje de Silo" donde quiera y del modo en que lo considere adecuado.

Para aquel entonces, la Escuela ya había empezado a manifestarse con los trabajos iniciales de las Disciplinas. Aquellos que completaron estos trabajos se integraron a la Escuela, haciéndose así Maestros de sus respectivas Disciplinas. Inicialmente unos pocos, se fueron multiplicando hasta llegar a ser centenares en este momento en que estamos hablando. La Escuela es el ámbito que habilita para un acercamiento muy profundo y sistemático a los temas espirituales. Las experiencias y conocimientos de los Maestros son expresados a través de una inspiración profunda que impulsa su acción desinteresada hacia el mundo. También toma la forma de contribuciones escritas sobre temas muy variados, pero relacionadas con las posibilidades más elevadas de la conciencia humana y las direcciones más positivas y concientes para la vida personal y social. Aunque a veces las expresiones que usan podrían resultar muy abstractas o difíciles de aprehender por el ciudadano promedio, esos trabajos luego son traducidos en términos más sencillos de aferrar e implementados para beneficio de todos. Estos trabajos darán fundamento a la cultura de una nueva civilización.

En resumidas cuentas, esas tres expresiones de la nueva espiritualidad que se van definiendo a partir de 1999 surgen diferenciadas entre sí, pero se van relacionando cada vez más en una nueva etapa de 12 años. Hacia el 2010 ya aparecen como una nueva síntesis de proceso, convergiendo en una Obra mayor que las comprende, dándoles dirección y sentido.

Nuestra Obra común queda dotada de los elementos necesarios para ser el germen de la primera civilización planetaria en este nuevo salto evolutivo de la humanidad. La Escuela, como centro de gravedad desde el que irradia la traducción del contacto con lo Profundo, capaz de proveer significados, sentidos y respuestas que no provienen de las fuentes habituales de la conciencia. La Comunidad de “El Mensaje de Silo”, como expresión simple y profunda del sentimiento religioso capaz de inspirar universalmente a millones. El Movimiento Humanista, como nuestra traducción e implementación ideológica y organizativa de esa nueva espiritualidad en diversos campos específicos del quehacer social. Aunque con características propias, no obstante su esencial identidad, estos tres se moverán ahora de manera sinérgica y convergente. Cada una de ellas es necesaria para la otra, y ninguna de ellas por sí sola podría lograr el objetivo común.

Esta síntesis de la que hablamos también se está expresando entre nuestros amigos, quienes expresan la nueva espiritualidad, conjugando en si mismos la acción por la transformación social en simultaneidad con el trabajo por la transformación personal.

Esas tres expresiones de la nueva espiritualidad tienen sus propios lugares para sus actividades específicas; pero también convergen en un lugar físico llamado "Parque de Estudio y Reflexión." Los “Parques de Estudio y Reflexión” son muchos, y están diseminados por todo el mundo. Los amigos de la Escuela, de la Comunidad de "El Mensaje de Silo", y del Movimiento Humanista, encuentran en los Parques un lugar en común para sus reuniones, retiros, talleres, ceremonias, encuentros, etc.

No sólo los Parques funcionan como lugares apropiados para la expresión conjunta de la nueva espiritualidad; sino que están destinados a ser centros desde donde irradiar referencias y contribuciones positivas hacia el medio social circundante. Por ejemplo, una contribución positiva está representada por los trabajos de nivelación y de Disciplinas que son presentados a quienquiera en los Parques. Estos, así como los tres ámbitos de lo nuestro, marchan ya hacia una nueva etapa de descentralización y autonomía operativa sin precedentes.

Los movimientos y las organizaciones son subsidiarios del espíritu que les da dirección y las alienta. En tal sentido, no hay recurso organizativo que pueda suplantar la falta de calidad interna de sus integrantes. Así, lo nuestro sólo se desarrollará y cumplirá su cometido gracias a la existencia y desarrollo de la nueva espiritualidad. De lo contrario, quedará como un noble intento inconcluso. Cuanto más crezca todo lo nuestro en número y calidad; en particular, cuantas más personas tengan acceso a los trabajos de Escuela, más altas serán las probabilidades de poder hacer nuestro aporte durante esta transición crítica de humanidad en su nueva etapa.

En otras palabras, a través de las diferentes expresiones y desarrollo de la nueva espiritualidad, intentamos demostrar una manera constructiva de apuntar hacia el mejor desenlace posible de la crisis actual. Intentamos convertirnos como conjunto en verdaderos guías espirituales de la humanidad. Y quizá basten algunos pocos para que con su conciencia fuertemente inspirada desde Lo Profundo se pueda dar un vuelco positivo de dirección a la Historia. Si lo conseguiremos y en qué medida, es algo que habrá que ver; pero en todo caso es una acción válida digna de ser intentada. Éste es nuestro objetivo general. No hay ningún otro plan aparte de esto. Este explica la importancia crucial de apoyar los Parques y los trabajos de Escuela, en particular, y de apoyar toda nuestra Obra en general.

Para finalizar, cabe señalar que todo esto constituye la gran Obra de su fundador, Silo, guía espiritual de los nuevos tiempos.

Fernando A. García. Buenos Aires, 28 de agosto de 2010.


BREVES COMENTARIOS SOBRE EL TRABAJO EN EQUIPO

Fernando A. García - Buenos Aires, 24 de abril de 201

Encuadre

Mucho se puede decir del trabajo en equipo, pero el interés de estos breves comentarios es exponer sólo unos pocos aspectos fundamentales del trabajo en equipo, que es nuestro instrumento organizativo por excelencia.

Se trata de una presentación simple basada en conceptos expresados por Silo en materiales, conversaciones, reuniones, seminarios, talleres, etc. [1]

En el ámbito de nuestras actividades, el trabajo en equipo resulta imprescindible para organizar toda actividad que requiera mayor eficacia, alcance, potencia, calidad, etc. Cuando no hay trabajo de equipo, se debe emplear más tiempo y energía para lograr el objetivo propuesto. Los equipos pueden influir sobre grandes conjuntos de personas. El trabajo en equipo es la forma más consonante con nuestra organización y nuestra Doctrina, y es también la forma más eficaz para afrontar las necesidades de proceso en el momento actual y los desafíos de los tiempos venideros.

Diferencia entre grupo y equipo

Hay una gran diferencia entre un grupo y un equipo. El equipo es más que la simple suma de sus miembros, es más que un simple grupo de participantes, de individualidades agrupadas. Un grupo no tiene funciones diferenciadas, y por lo tanto no es un conjunto de personas organizadas en función de un objetivo. Un grupo empieza a convertirse en equipo cuando sus miembros asumen distintas funciones para implementar un plan conjunto y lograr un objetivo común. En un equipo se definen roles o funciones, y cada uno debe abocarse al desempeño de su rol o función para que el conjunto logre lo propuesto.

En el trabajo de equipo cada uno no hace cosas por las suyas, sin considerar a los demás y al equipo como tal. La acción del equipo es multiplicativa: las distintas virtudes de cada participante (o sea, las diversidades) se conjugan de acuerdo con un objetivo conjunto, logrando así resultados que resultarían mucho más difícil (o imposibles) si cada uno hiciera lo suyo, aisladamente y sin inteligencia conjunta.

Por otra parte, el equipo es un buen estímulo y un “despertador” adicional, cuando nuestros recursos individuales fluctúan o son insuficientes.

A veces se supone ingenuamente que si todos los miembros de un grupo hacen lo mismo, entonces son un verdadero equipo y tendrán más fuerza en su actividad. Un equipo, superior al grupo, no es un conjunto de gente haciendo la misma cosa. En un equipo de fútbol o una banda musical, por ejemplo, los integrantes no hacen todos lo mismo. Todos apuntan en la misma dirección, pero hacen diferentes cosas según sus virtudes, sus gustos, sus posibilidades, etc.

Para que un grupo crezca e influya en su medio no basta con acumular más miembros, sino que debe diferenciar funciones para convertirse en equipo. Nos conviene el equipo antes que la acción uniforme, fragmentada (a veces incluso dialéctica) o que todos los miembros hagan una misma actividad.

Sería muy conveniente que un equipo se constituyera por afinidad entre los participantes y por afinidad de ellos con las tareas del equipo; pero no siempre esta es la condición de origen de un equipo. De manera que algunas pocas recomendaciones pueden ser de utilidad para mejorar la participación.

El espíritu de equipo como primario

La ubicación correcta de cada miembro es trabajar en equipo y para el equipo. No pensaremos tanto en función de la propia conveniencia o del gusto personal, sino en las necesidades más amplias del equipo y sus objetivos. No será lo mismo trabajar por el desarrollo del equipo como tal, como si fuera un individuo, que ocuparse de sus componentes individualmente.

Aspiramos a una relación creciente y abierta en el equipo, más que a relaciones de posesión de la propia idea, la propia imagen, de la propia posición. Lo mismo vale para la posesividad con respecto a situaciones y a los demás participantes, lo que a menudo da origen a manipulaciones, maquiavelismos y demás errores de conducta en las actividades conjuntas.

Aspiramos a que el individuo comience a hacer más cosas por él mismo, y el trabajo en equipo no hace desaparecer lo personal, sino que le da referencia y sentido conjunto.

La prioridad de un equipo no es priorizar la hipersensibilidad personal de los miembros. Un equipo no es para satisfacer individualismos y personalidades con protagonismo desmedido. Esto traba el trabajo de equipo. La actividad conjunta es para lograr los objetivos explicitados, no para satisfacer intereses ajenos a ellos como engrandecer el “yo”, la imagen de si, la popularidad.

El correcto tratamiento de las diferencias (la diversidad) consiste en apelar a la actitud adecuada, y no a una reglamentación. Uno participa priorizando los objetivos y necesidades conjuntas como primarios. Esto es lo que reconcilia las diferencias de personalidad y otras que no vienen al caso. Así como sucede en una orquesta, las características distintivas de unos no son contradictorias con las de los otros miembros del equipo. Tal diversidad de características es complementaria y necesaria para lograr objetivos mayores.

Cuando el espíritu de equipo está presente, se está alerta a lo que pueda mejorar al conjunto. Así, estar atento al otro, ayudar al otro, sería lo adecuado. Cuando prima el espíritu de equipo, a cada participante le interesa que a los otros les vaya muy bien en lo que aportan al equipo. Lo opuesto sería entender que uno gana algo cuando al otro le va mal, en un individualismo competitivo propio del sistema deshumanizante. En el trabajo de equipo interesa que la “mirada” esté puesta en el objetivo mayor y en el buen desempeño de la propia función que sirve al logro de tal objetivo.

Distinta es la participación en un equipo según que los participantes estén predispuestos a “dar” o bien a “recibir”. Distintas son las consecuencias de la participación según que se ponga el “nosotros” como primario o que todo gire en torno al “yo”. Distinta es la línea mental según que trate de poner mi diversidad al servicio del equipo o, inversamente, que trate de forzar al equipo para se adapte a mi particular individualidad.

Se tiene como en copresencia el engrandecimiento de la obra común. Es una óptica que se puede adquirir: pensando siempre en sumar, en aportar, en contribuir. Esa es la actitud y la dirección adecuada. Así es que también se advierte fácilmente lo que es divergencia fuera de esa línea mental.

La valoración del otro y su aporte

A veces no valoramos las actividades que otros desarrollan. Esto es así, entre otros, porque las actividades que uno desarrolla son para uno lo más importante, y no consideramos adecuadamente las de los otros. A veces obviamos el hecho de que nuestras actividades son posibles gracias al aporte pasado o presente de muchos. La “mirada” del otro (el enjuiciamiento, la crítica, etc.) puede ser un problema en el trabajo en equipo. Esto no se soluciona con reglamentos o ejercicios especiales: se soluciona valorando la actividad o aporte del otro. Si uno no valora adecuadamente las actividades que hace el otro, porque son diferentes a las que uno hace, esta “mirada” produce en el otro un efecto de aplastamiento, de desaliento, etc. Por el contrario, si uno valora adecuadamente las actividades que hace el otro, se produce un efecto de levantamiento, de estimulo, etc.

Cada una de estas “miradas” no sólo produce un efecto en el otro (de aliento o desaliento) sino también en quien tiene esa “mirada” del otro. De cada “mirada” se tiene un registro interno diferente, y cada “mirada” crea una “realidad” que influye positivamente o no en quien la experimenta. Y esto no sólo afecta a los involucrados, sino al equipo en su conjunto, favoreciendo o dificultando el clima de trabajo.

Se necesita un salto de plano internamente para valorar las actividades diferentes a las propias. El valorar las actividades del otro no se basa en las apreciaciones de personalidad o en el cálculo de ganancia personal, sino en el aporte que el otro hace al objetivo conjunto. Esta es la visión incluyente que posibilita la reconciliación de las diferencias o diversidades. Se trata de un cambio de perspectiva, de punto de vista, que reconcilia e integra lo que de otro modo sería incompatible, antagónico, etc.

Esta forma de “mirar” constituye el rudimento del trabajo en equipo. Esta valoración surge de la comprensión de que las actividades que hace el otro diferentes a las mías, convergen en la misma dirección conjunta.

Los registros de distensión

Hay otro punto importante que tiene que ver con una cierta educación interna en la relación con el otro, a los efectos de un trabajo fluido. Tiene que ver con la aptitud de los integrantes de ese equipo para distender la relación.

Al trabajar en equipo para una actividad conjunta, surgen diversos puntos de vista. Además de esto --que es inevitable y muy útil-- a menudo surge un cierto apasionamiento o posesividad en la propuesta o en la defensa del propio punto de vista. Asimismo, la postura diferente de la propia no es experimentada como aporte al trabajo conjunto, sino como ataque o amenaza personal. Así se crea una cierta tensión entre los participantes del equipo.

Esa línea mental no apunta a la convergencia, no va a incluir a la diversidad como aporte al engrandecimiento común, sino que esa línea mental -que no es complementadora- tiene el sabor diferenciador de la divergencia.

La convergencia de las líneas mentales se dificulta cuando hay participantes tensos. Cuando se participa en el equipo de manera tensa, se crea un campo de perturbación. Esos participantes tensos no pueden andar al ritmo, al compás del conjunto. Entonces, necesariamente, el trabajo ahí se atranca; esa tensión toma forma y necesariamente es diferenciadora, no es convergente ni incluyente sino divergente. De manera que de inmediato se tiene el registro de la divergencia en cuanto a línea mental, y no por los temas en sí que circunstancialmente se traten.

Así como en los trabajos de Operativa, al trabajo de equipo conviene más la persuasión de contenidos (transferencial) que la confrontación (catártica). Se trata de la diferencia entre la respuesta dialéctica, compulsiva, refleja, y aquella intencional que integra, incluye, complementa, reconcilia y abre el futuro.

Es importante aprender a trabajar en equipo aflojando la tensión muscular asociada a la atención tensa. De esta manera, los diversos puntos de vista u opiniones puedan ser consideradas con un cierto desapasionamiento o no-posesividad que contribuye a un trabajo fluido. El sistema de relaciones internas del equipo se hace más fluido en la medida en que los participantes logran distender su cuerpo.

La combinación de la distensión con la valoración del otro nos recuerda los ejercicios de “Conversión de imágenes tensas cotidianas” del “Autoliberación”, pero hecha en situación. También pueden contribuir las prácticas de desconexión, respiración baja, técnica unificada de relajación, etc. Participando así, en base a registros de distensión, el trabajo en equipo deja de ser sólo una cuestión externa, organizativa y formal, para convertirse en un trabajo interno “de campo” y “en caliente” para el cambio personal.

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De todo lo anterior podrían derivarse trabajos sencillos de reflexión, prácticas, aforismos y demás que nos ayuden a mejorar nuestra inserción en las tareas conjuntas.



[1] En particular, el Día 14º - Acerca del trabajo en equipo, Libro de Escuela, Canarias 1976.

CHARLA-DEBATE SOBRE EL DESARME – MUNDO SIN GUERRAS


FORO NACIONAL POR UNA ARGENTINA NO VIOLENTA – AUDITORIUM UTN, BUENOS AIRES, 16 NOVIEMBRE 2006. 16 HORAS.

Introducción (Fernando García)

Debido a disparidades preexistentes, desde principios del siglo pasado, el capital financiero internacional tiende aceleradamente a concentrarse desproporcionadamente en manos de cada vez menos manos.

Progresivamente, dichos capitales se fueron desplazando en gran medida de la producción a la especulación financiera.

Hoy en día, de las 100 mayores economías del mundo, 51 son corporaciones multinacionales y sólo 49 son países. Estas disponen de recursos económicos y tecnológicos enormemente desproporcionados a los intereses que representan. La brecha creciente entre los llamados norte y sur del mundo responde a esto.

El objetivo declarado de los grandes capitales es el beneficio económico, de manera que tales recursos son aplicados a la consolidación y ampliación del lucro. De hecho, esto pone en un segundo plano consideraciones referidas al impacto ambiental, la calidad de vida, la salud, la educación, y, como se ve en estos días, la paz internacional.

Uno de los puntos cardinales del capital es que busca seguridad. Así, para proteger, consolidar y aumentar ese poder que tiende hacia un virtual monopolio económico, el capital financiero internacional necesita apuntar a generar y controlar también monopolios organizativos e ideológicos.

Los acuerdos GATT, la OPEC, la WTO (OMC), IMF (FMI), World Bank (Banco Mundial), etc. cumplen con esas funciones. Los proteccionismos que se alzan o que se abaten según el caso, no son de principio sino de conveniencia. El “Pensamiento Único” en todas sus expresiones[1] es funcional a esa supremacía, como “frente ideológico”. La misma ONU no está exenta de la influencia de los oligopolios.

Así, el capital financiero internacional recurre al control directo o indirecto de las democracias formales que dan marco legal a tales monopolios y oligopolios.

Esto decreta la obsolescencia del poder del estado nacional.

“Mientras crece el poder regional y mundial de las compañías multinacionales, mientras se concentra el capital financiero internacional, los sistemas políticos pierden autonomía y la legislación se adecua a los dictámenes de los nuevos poderes.”[2]

“Hoy no se trata de economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomoden su parcela a los dictados del capital financiero internacional. Un capital especulador que se va concentrando mundialmente.”[3]

Dicha concentración fue restando cada vez más libertad a los estados nacionales que entonces tienden a favorecer al capital en desmedro de los ciudadanos. A su vez, los estados nacionales reciben presiones por las reivindicaciones localistas, étnicas, culturales, religiosas, separatistas, etc. que erosionan aun más el poder estatal. En este cuadro de situación, el estado nacional pierde capacidad de maniobra y tiende a abandonar antiguas políticas por las que se intentaba garantizar ciertos derechos y servicios a toda la población.

Así se van imponiendo modelos eficientistas y economicistas, y se asiste al desmantelamiento del estado asistencial, al pasaje a la privatización de servicios, a la liquidación de los bienes estatales, a las maniobras monetarias drásticas, etc.

La tan mentada globalización y las regionalizaciones son motorizadas y dirigidas por los grandes capitales ya que sirven primariamente a sus intereses. Los modelos económicos que adoptan los estados son propuestos por quienes sostienen los intereses de los grandes capitales. Así se ensaya y fracasa un modelo tras otro, con resultados desastrosos para los pueblos.

De manera que el ciudadano común ha ido quedando en situación de vulnerabilidad y desamparo, expuesto a todo tipo de desgracias, riesgos y abusos. Bajo el lema de “Todo para el capital, nada para la gente,” sólo ese minoritario porcentaje de la población que sirve y basta al modelo económico de turno podrá gozar de sus beneficios y privilegios.

Las democracias formales, a su vez, disponen del monopolio del uso de la fuerza. Este es el caso de los ejércitos que actuarán, según el caso, allanando el camino para el avance del capital financiero internacional o bien defendiendo sus intereses globales cuando los recursos de la democracia formal o la “legalidad” vigente hayan fallado en tal propósito.

La carrera armamentista sigue inflando los gastos militares de los estados, muy por encima de los recursos destinados, por ejemplo, a las áreas de salud y educación.

“Privatizada la educación, la salud, las comunicaciones, las reservas naturales y hasta importantes áreas de la seguridad ciudadana; privatizados los bienes y servicios, disminuye la importancia del Estado tradicional. Es coherente pensar que si la administración y los recursos de un país salen del área de control público, la Justicia seguirá el mismo proceso y se asignará a las fuerzas armadas el rol de milicia privada destinada a la defensa de intereses económicos vernáculos o multinacionales.”[4]

“En la concepción tradicional se ha dado a las fuerzas armadas la función de resguardar la soberanía y seguridad de los países, disponiendo del uso de la fuerza de acuerdo al mandato de los poderes constituidos. De este modo, el monopolio de la violencia que corresponde al Estado se transfiere a los cuerpos militares. Pero he aquí un primer punto de discusión respecto a qué debe entenderse por «soberanía» y qué por «seguridad». Si éstas, o más modernamente el «progreso» de un país, requieren fuentes de aprovisionamiento extra-territoriales, navegabilidad marítima indiscutible para proteger el desplazamiento de mercaderías, control de puntos estratégicos con el mismo fin y ocupación de territorios ajenos, estamos ante la teoría y la práctica colonial o neo-colonial”. [5]

A esto responden la “defensa de los intereses estratégicos” (que ya no reconocen fronteras), las “guerras preventivas”, las “guerras humanitarias”, el “restablecimiento de la democracia”, “el libre comercio”, “la estabilidad”, y demás justificaciones amañadas del uso cínico del poder militar con ulteriores fines.

Los intereses del capital financiero internacional necesitan –como antaño los imperios coloniales– fuentes de energía, materias primas, mercados, etc. en condiciones cada vez más ventajosas para su beneficio.

En la medida que los intereses del capital financiero internacional se hacen globales, también aumenta la necesidad de recursos militares proporcionales para la defensa y ampliación de tales intereses. Es así que el armamento convencional ya no basta y se llega a la amenaza nuclear que provee la última línea de defensa del monopolio económico. Y esta amenaza nuclear actúa por la simple afirmación de la voluntad de usarla si los demás recursos fallaran. Esto también explica el interés de algunos por mantener el monopolio de las armas nucleares.

Y así el capital financiero internacional se consolida y avanza gracias al oportuno uso tanto de acuerdos bajo la coerción de sus monopolios, como de la más cruda acción militar cuando ello no es posible.

Todo esto halla su correlato en las aspiraciones y acciones imperiales de la política exterior de la mayor de las potencias nucleares, los EE.UU. Esta y sus aliados pueden diferir ocasionalmente en las tácticas a emplear, pero no en la estrategia de fondo de la cual son beneficiarios.

Obviamente que tamaño poder monopólico del capital financiero internacional, que a su vez se concentra en cada vez menos manos, deja afuera cada vez más disconformes. Algunos de estos no vacilan en apelar a los mismos recursos con los que han sido atropellados. Otros también apelan a los mismos recursos, pero para aspirar a su propia parcela de poder dentro del marco global, compitiendo así con otros por ser aliados regionales de los poderes que defienden al capital financiero internacional.

Así surgen las carreras armamentistas en las que perduran también la defensa de intereses nacionales, étnicos, regionales, sectoriales, etc.

“El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos.” [6]

En una paradoja organizativa propia de en un sistema cerrado como el actual, a mayor intento de imposición de un cierto “orden” (pax romana) le corresponde un aumento creciente de desorden, de entropía.

Asistimos hoy a una situación mundial de “guerra infinita” muy próxima a la imaginada por George Orwell en su célebre novela “1984”.

Todo se va complicando en una situación mundial confusa y volátil donde hay cada vez más protagonistas de diferentes tipos: países poderosos industrial y militarmente; países débiles industrial y militarmente, pero con reservas energéticas suficientes como para crear inestabilidad mundial; organizaciones paraestatales (IRA, ETA, Al Qaeda, chechenios, etc.) con capacidad de desestabilizar por medio de atentados a grupos humanos o a infraestructuras importantes; y todos estos actores tienen la posibilidad de acceder a diferentes tipos de armamento nuclear contando, además, con la voluntad de usarlo.

“Por último, el fenómeno del terrorismo se avizora como peligro de proporciones enormes dado el poder de fuego con que hoy pueden contar individuos y grupos relativamente especializados. Esta amenaza que llegaría a expresarse por medio del artefacto nuclear, o de explosivos deflagrantes y moleculares de alto poder, toca también a otras áreas como la de las armas químicas y bacteriológicas de reducido costo y fácil producción.”[7]

En este desorden de cosas, donde nadie controla nada, las probabilidades de detonación accidental o intencional de dispositivos nucleares de todo tipo son demasiado altas. Los hechos trágicos que esto podría desencadenar son imprevisibles y más allá del gobierno de cualquiera de los protagonistas de la amenaza nuclear.

A este punto paso la palabra a mi compañero Javier Zaldarriaga, quien les contará más sobre ésto. Muchas gracias.



[1] “El fin de la historia”, de Francis Fukuyama; “El choque de las civilizaciones”, de Huntington; etc.

[2] Características de la crisis. Segunda Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen I. 5 de diciembre de 1991.

[3] El Capital Mundial. Sexta Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen I. 5 de abril de 1993.

[4] Necesidad de una re-definición del rol de las fuerzas armadas. Octava Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen. 10 de agosto de 1993.

[5] Revisión de los conceptos de soberanía y seguridad. Octava Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen I. 10 de agosto de 1993.

[6] El Capital Mundial. Sexta Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen I. 5 de abril de 1993.

[7] Seguridad interior y reestructuración militar. Octava Carta a Mis Amigos. Cartas a Mis Amigos. Silo. Obras Completas. Volumen I. 10 de agosto de 1993.

CRISIS FINANCIERA MUNDIAL: UN NUEVO EPISODIO DE LA VIOLENCIA ECONÓMICA GENOCIDA

“El colapso del sistema global ocurrirá por la lógica de la dinámica estructural de todo sistema cerrado en el que necesariamente tiende a aumentar el desorden.” Silo en 8.- La violencia, el Estado y la concentración de poder. Cuarta Carta a Mis Amigos. Carta a Mis Amigos. Silo – Obras Completas – Vol. 1.

“Ya no son tiempos en que el 10% de la población pueda disponer, sin límite, del 90% restante. En este sistema que comienza a ser mundialmente cerrado, y no existiendo una clara dirección de cambio, todo queda a expensas de la simple acumulación de capital y poder. El resultado es que en un sistema cerrado no puede esperarse otra cosa que la mecánica del desorden general. La paradoja de sistema nos informa que al pretender ordenar el desorden creciente se habrá de acelerar el desorden.” Silo en 1. Caos destructivo o revolución. Séptima Carta a Mis Amigos. Carta a Mis Amigos Silo – Obras Completas – Vol. 1.

Esto se comentó a viva voz en una conferencia pública editada en 1992 bajo el título de “El Mundo se Acelera” y luego en las “Cartas a mis amigos” en 1993. Hace 16 años Silo nos explicaba la forma del proceso mundial que llevaba a un desarrollo mecánico de acontecimientos. La actual crisis financiera mundial es una de las expresiones más vistosas de lo que allí anunciaba en términos generales.

También se nos explicaba allí que el actual “orden” económico mundial no es perfectible, sino fundamentalmente insanable. De modo que no es de esperarse que ninguna de las “soluciones” que se intenten cambie la raíz de la crisis y tenga éxito en eliminar el problema de fondo. Es decir, sería una falsa ilusión suponer que lo que se está intentando ahora sea algo más que una “solución” de emergencia para mantener en vida al sistema, un parche para una enfermedad mortal incurable. Esta no es simplemente una de las crisis periódicas y recurrentes del capitalismo, como algunos aman llamarlas para desestimar su gravedad.

No es el caso de repasar aquí los factores que hacen a este sistema inviable, ni tampoco repasar la propuesta humanista. Esto se encuentra desarrollado en nuestra bibliografía. Nuestras bases doctrinarias e ideológicas son totalmente antitéticas a las del sistema imperante. El actual sistema está basado intrínsecamente en la discriminación y la violencia, mientras que la propuesta humanista pone al ser humano como valor central con la no violencia como metodología.

La actual crisis financiera mundial es un caso de violencia económica agravada cuyas consecuencias cubren casi todas las clasificaciones del delito en el derecho penal. Esta crisis económica no es un fenómeno de la naturaleza sin nombres ni caras. Las falsamente llamadas “leyes del mercado” no son ni libres ni ciegas, son intenciones lanzadas en una dirección, y son llevadas a cabo por personas identificables (físicas o jurídicas) implicadas por acción u omisión.
Esta crisis tiene responsables, ya que ha sido motorizada intencionalmente por el capital financiero especulativo. Este está representado por las grandes bancas, las corporaciones multinacionales, y todos los gobiernos y los organismos --nacionales e internacionales-- que actúan en connivencia con estos.
Aunque el fenómeno sea sistémico, este ha sido potenciado por las ambiciones imperiales de EE.UU. con el respaldo armado del complejo militar-industrial que la respalda.

Sobre esto ya se venían levantando hace tiempo voces de alarma y se habían señalado indicadores obvios de lo que estaba en ciernes. Pero todo fue desoído por aquellos que se jactan de su “capacidad de liderazgo” y “búsqueda de la excelencia”.

Y este caso de violencia económica agravada tiene millones de víctimas. Estas víctimas no están en esas minorías que tendrán que recortar sus ganancias y ambiciones desmedidas, y cuya posición de privilegio se basa en la acumulación de contradicciones históricas. Estas víctimas están entre quienes ya están en la franja de la pobreza, de la malnutrición crónica, de la enfermedad endémica, de la indefensión y la orfandad de toda asistencia, etc. Y también se cuentan entre los damnificados los muchos que una vez más tendrán que pagar de su bolsillo por las soluciones de emergencia que hoy se implementen para salvar los bolsillos de los pocos.

Mientras los noticieros enfocan las vicisitudes de las mayores bolsas de valores mundiales, se desarrolla en sordina una masacre de millones de seres humanos. No hace mucho atrás, en la prensa se hacían estimados de las posibles víctimas, calculadas en millones de muertes, como resultado del aumento global del precio de los alimentos. Son todos seres humanos que no tienen voz en los noticieros ni voto en las decisiones que se toman: no son inversionistas, no son contribuyentes, no son noticia.

De manera que no sólo tenemos las víctimas, sino también los indiciados, motivo, medio y oportunidad, y las pruebas del crimen de lesa humanidad. Los testigos del crimen genocida son incontables. ¿Quedarán las víctimas sumergidas una vez más bajo la cínica etiqueta de “daños colaterales”, como en las llamadas “intervención armada humanitaria”, “guerra al terrorismo” o “ataque preventivo”? Tenemos los elementos para plantear un caso penal (aunque también civil) ante una corte de justicia internacional: pero esto no será viable ni deseable.

“No hay otra salida que revolucionar el sistema, abriéndolo a la diversidad de las necesidades y aspiraciones humanas. Planteadas las cosas en esos términos, el tema de la revolución adquiere una grandeza inusitada y una proyección que no pudo tener en épocas anteriores.” Silo en 1. Caos destructivo o revolución. Séptima Carta a Mis Amigos. Carta a Mis Amigos Silo – Obras Completas – Vol. 1.


Fernando García, Buenos Aires, Octubre d
e 2008.